Como Gregorio, este lunes han hecho uso de las tres duchas y de la nueva sala de barbería más de 30 personas, según las cifras que manejan los voluntarios que prestan servicio a estas personas sin hogar.
Andrea Valeriani es uno de estos voluntarios que durante los próximos días conversará con los «sin techo» que se acerquen a la zona para procurar que se sientan cómodos.
El procedimiento es sencillo, comenta Valeriani: «Deben colocarse en fila para esperar su turno y, una vez dentro de las duchas, reciben gratuitamente un conjunto de aseo, compuesto por una toalla, jabón, cepillo de dientes y dentífrico, espuma y cuchilla para afeitarse», dice.
«Además, se les da el tiempo que deseen para ducharse. Después, se les acompaña a la sala de barbería, donde se les corta el pelo y se les afeita siguiendo sus indicaciones sobre lo que quieren exactamente», explicó. El cambio, reconoce alegremente Valeriani, es notable.
«Ha habido un señor que cuando ha salido no le hemos reconocido. Cuando ha entrado ya era irreconocible, pero después cuando se ha afeitado y se ha cortado el pelo parecía que tenía 15 años menos. Nadie lo reconoció. ‘Soy guapo, soy guapo’, decía», relató.
Sin embargo, no todo han sido alegrías, comentó Valeriani, pues criticó que haya habido turistas que se hayan quejado de que las duchas se hayan colocado en un lugar tan turístico como la plaza de San Pedro.
«Alguno ha venido y ha lamentado el hecho de que las duchas estén bajo las columnas de San Pedro. No entiendo por qué, en el sentido de que es bonito lo que se ha hecho. Las duchas, ¿por qué no hacerlas aquí? Han sido una iniciativa del Papa Francisco para las personas más débiles. Pienso que hay que dar más y criticar menos», aseveró.
Grifos de agua caliente, dispensadores de jabón o secadores de manos activados con fotocélulas son algunas de las facilidades que el Vaticano pone al alcance de estas personas.
«Ha sido una iniciativa muy bonita y muy importante», comentó el barbero voluntario, Morgan, al tiempo que destacó la «humanidad extraordinaria» que presentan estas personas.
La construcción de estas duchas fue autorizada por Francisco el pasado noviembre, después de que el limosnero vaticano, Konrad Krajewski, le contase que estos mendigos no encuentran sitios para asearse.
El limosnero del Papa, a quien todos conocen como Don Corrado, explicó al obispo de Roma que había invitado a una de estas personas, un italiano llamado Franco, a comer por su cumpleaños, pero que este lo rechazó porque se avergonzaba ya que «olía mal».
Aunque organizaciones sin ánimo de lucro como Cáritas ofrecen desde hace tiempo servicios similares, Franco contó a Krajewski que «están siempre llenos».
A partir de ahora, también podrán acudir al Vaticano para utilizar las duchas todos los días, excepto los miércoles, que es cuando se celebra la audiencia general en la plaza de San Pedro, ni tampoco durante las ceremonias religiosas. La barbería, por su parte, está previsto que solo esté un día en la semana.