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El papa Francisco nombró hoy a 20 nuevos cardenales: uno es argentino

Por La Redacción

Se trata del arzobispo emérito de Tucumán, monseñor Luis Héctor Villalba; la ceremonia fue en la Basílica de San Pedro, con la presencia de Benedicto XVI.

 

ROMA.- Ante la presencia de su predecesor, Benedicto XVI , papa emérito, a quien saludó con un abrazo lleno de afecto, el papa Franciscocreó hoy a 20 nuevos cardenales de 17 países de diversos continentes -entre ellos un argentino, Luis Héctor Villalba, arzobispo emérito de Tucumán-, a quienes llamó a evitar egoísmo, envidia, rencor, sino a ser ejemplo de caridad, a tener un fuerte sentido de la justicia y a saber perdonar siempre.

«El cardenalato ciertamente es una dignidad, pero no una distinción honorífica», les dijo Francisco a los nuevos purpurados, la mayoría provenientes de países de la periferia del mundo, a quienes también les pidió no estar centrados en sí mismos.

«La caridad no es mal educada ni egoísta», recordó el Papa en su sermón, que giró en torno al Himno de la Caridad de la primera carta de San Pablo a los Corintios leída poco antes. «El que está auto-centrado carece de respeto, y muchas veces ni siquiera lo advierte. El que está auto-centrado busca inevitablemente su propio interés, y cree que esto es normal. En cambio, la caridad te des-centra y te pone en el verdadero centro, que es sólo Cristo. Entonces sí, serás una persona respetuosa y preocupada por el bien de los demás», dijo.

En una ceremonia solemne en la Basílica de San Pedro teñida de rojo, en el segundo consistorio de su pontificado como es tradición el Papa entregó a los nuevos cardenales -15 electores, menores de 80 años y 5 no electores- el birrete y el anillo cardenalicios, de color púrpura. El color simboliza el de la sangre que los máximos colaboradores del Pontífice deben estar dispuestos a derramar por su fe y por la Iglesia.

Entre ellos se destacaba el argentino Luis Héctor Villalba, arzobispo emérito de Tucumán, a quien el Papa, que lo conoce bien ya que trabajó codo a codo con él siendo durante seis años presidente de la Conferencia Episcopal Argentina, y él, vicepresidente primero, abrazó afectuosamente. Como al resto de los nuevos cardenales, que juraron su obediencia al Santo Padre, a Villalba el Santo Padre también le otorgó la titularidad de una Iglesia de Roma, la de San Girolamo a Corviale.

Con su designación y luego de la muerte, hace unos meses, del cardenal Jorge Mejía, archivista y bibliotecario emérito de Santa Romana Iglesia, en el Colegio cardenalicio ahora hay cuatro argentinos: dos electores en un eventual cónclave, el arzobispo de Buenos Aires, Mario Poli y Leonardo Sandri, prefecto para las Iglesias Orientales, menores de 80 años; y dos no electores, Villalba y Estanislao Karlic, arzobispo emérito de Paraná, que estaba presente en la ceremonia.

Con Benedicto XVI, papa emérito en primera fila, vestido de blanco, aspecto frágil, pero atento, en su sermón el Papa recordó que «cuanto más crece la responsabilidad en el servicio de la Iglesia, tanto más hay que ensanchar el corazón». En su primer consistorio, el año pasado, Benedicto XVI también había estado presente, luego de una invitación de su sucesor que suele definirlo como «el abuelo sabio».

Enfundado en una capa de raso blanca con detalles dorados, pero simple y una mitra al tono, Francisco habló de la importancia de ser magnánimos, que significa saber amar sin límites, pero al mismo tiempo con fidelidad a las situaciones particulares y con gestos concretos, explicó. Además, de la importancia de ser benevolentes, es decir, «con la intención firme y constante de querer el bien, siempre y para todos, incluso para los que no nos aman».

Llamó también a no caer en las tentaciones de la envidia, el orgullo, la ira o el rencor, a las que «tampoco las dignidades eclesiásticas están inmunes».

«No, esto no es aceptable en un hombre de Iglesia. Aunque es posible entender un enfado momentáneo que pasa rápido, no así el rencor», sentenció. «Que Dios nos proteja y libre de ello», clamó.

Les recordó asimismo a los nuevos cardenales -entre los cuales los primeros de la historia de la isla de Tonga, Cabo Verde, Myanmar y Panamá-, que quien está llamado al servicio de gobierno en la Iglesia debe tener un fuerte sentido de la justicia, «de modo que no acepte ninguna injusticia, ni siquiera la que podría ser beneficiosa para él o para la Iglesia».

Por último, porque la caridad «disculpa sin límites, cree sin límites, espera sin límites, aguanta sin límites», llamó a sus nuevos máximos colaboradores a ser personas capaces de perdonar siempre, de dar siempre confianza, de infundir siempre esperanza. Y les recordó que «todo esto no viene de nosotros, sino de Dios, que es amor y lleva a cabo todo esto si somos dóciles a la acción de su Santo Espíritu».

De los 15 nuevos cardenales electores creados por Francisco hay seis europeos (tres de Italia, uno de España, uno de Portugal y uno de Francia); tres asiáticos (de Myanmar, Tailandia y Vietnam); tres latinoamericanos (de Uruguay, México y Panamá); dos africanos (de Cabo Verde y Etiopía) uno de Oceanía (Nueva Zelanda).

Actualizado al día de hoy, el colegio cardenalicio en su total cuenta con 227 cardenales, de los cuales 102 no electores (mayores de 80 años) y 125 electores, 31 de ellos creados por Francisco en dos consistorios.

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