La OMS y el Banco Mundial consideran que subir el precio del tabaco es la medida más eficaz para reducir el consumo. Apenas el 15% de la población está en contra de una suba de impuestos.
Cada vez que aumentan los cigarrillos, las tabacaleras aprovechan la ocasión para divulgar la idea de que «los impuestos al tabaco en Argentina son altos». Pero eso es una verdad a medias con olor a mentira. Porque si bien los tributos llegan al 69%, el precio final en el país es uno de los más bajos del mundo. Incluso una reciente investigación calculó que hoy se paga menos que en 2005.
El aumento de los impuestos a los cigarrillos es la medida más eficaz para combatir el consumo de tabaco. A esta altura de la historia, no hay dudas. Lo afirman desde la Organización Mundial para la Salud hasta el Banco Mundial. Hace unos años, la prestigiosa Agencia Internacional para la Investigación Sobre el Cáncer (IARC, por sus siglas en inglés) juntó a 20 expertos para analizar todas las investigaciones que se hicieron a lo largo y ancho del planeta y sacar una conclusión definitiva. Fueron unánimes: una suba del 10% en el precio final disminuye el consumo de tabaco alrededor de un 4% en los países con ingresos altos y hasta un 6% en los de ingresos bajos y medios.
Mientras en el mundo en general y en la región en particular los precios tienden a subir, en Argentina comprar un paquete de cigarrillos cuesta cada vez menos. Un estudio de la Fundación Interamericana del Corazón Argentina (FIC) realizado el año pasado analizó la asequibilidad, es decir, la capacidad de acceder a un producto teniendo en cuenta su precio y el ingreso medio de la población. La ONG halló que si bien el precio nominal de los cigarrillos aumentó, al ajustarlo por inflación –ya sea aplicando los índices oficiales como los del Congreso–, el precio real se estancó o se redujo. En efecto, con un sueldo promedio se podían comprar 236 paquetes en 2005, mientras que en 2013 se podían adquirir 462.