El Señor colmó la Capilla del Carmen de sus hijos, que mes a mes, acuden presentando sus vidas, buscando su bendición, su protección, la salud.
Los textos nos presentaban la curación de un hombre postrado <S.Jn.5,1-18>, que hacía 38 años esperaba su sanación.
En la homilía, el Padre Martín Antonio nos exhortó: ‘La lectura de hoy nos narra un milagro concreto… Jesús, que ve nuestras necesidades, pregunta al postrado… ‘¿Te quieres sanar?’ El enfermo asiente y por toda respuesta, Jesús le ordena un imposible… El enfermo cree en la obra de Dios y se levanta… Él primero cree, luego escucha y entonces, se levanta…’
‘Dios se da en lo más simple, en las cosas de cada día, en lo que nos rodea, en quienes nos rodean. Se da Él mismo. Todo nos habla de Él, todo entero, como en cada Eucaristía… Esa es Su Gracia. Pidámosla, para nosotros y los que nos rodean ‘derrámate, Señor, en nuestro corazón, en nuestra vida, a cada uno, en cada momento…’’
‘Todos recibimos Su Gracia, sus dones… Si no creemos en Dios, nos miramos a nosotros mismos y no vemos los regalos, sus dones en nosotros, y vemos mal los dones ajenos… O bien, le pido a Dios pero le pongo condiciones, y como no me da lo que pido, no acepto su obra… Nuestro egoísmo no nos deja ver, ni el don de Dios, ni la necesidad de mi hermano… Dios nos sana si perdonamos, si amamos.’
‘Que la Gracia de Dios se manifieste en nuestra conciencia, en nuestro espíritu y en nuestra voluntad, cambie nuestra forma de vivir… Las buenas intenciones son obra del Señor, que nuestro egoísmo no nos deja concretar…’
‘Estamos hoy acá porque esperamos de Dios: abramos el corazón… Oremos con el corazón humilde: `AQUÍ ESTOY, SEÑOR, PARA QUE SE MANIFIESTE TU OBRA EN MÍ!´’’
La Misa concluyó en bendición, y de las manos sacerdotales el Señor derramó sus Gracias, recibió cada intención de cada corazón.
¡BENDITO SEAS, SEÑOR!