La víctima trabajaba como chofer de colectivos. Tenía 36 años y volvía de una fiesta con sus padres y sus pequeños hijos, de 4 y 5. Lo asesinaron de dos tiros en la puerta de la casa familiar, en Wilde.
El nuevo año no cambió las cosas en el conurbano. Otra vez violencia y muerte. Ricardo Javier Blanco, un colectivero de 36 años que vivía en Wilde, en el sur del Gran Buenos Aires, fue la novena víctima de un crimen –contando Capital y Provincia– cometido durante un asalto en lo que va del año: 12 días hasta ayer.
Eso es una muerte por la inseguridad cada 32 horas.
Blanco murió ayer a la madrugada de dos tiros, cuando quiso evitar que le robaran el auto. Su madre, que presenció todo el hecho, sufrió ahí mismo un infarto y terminó internada en terapia intensiva.
La víctima era papá de dos nenes, de 4 y 5 años, y trabajaba como chofer de la Línea 98, ramal 116, que une el barrio porteño de Once con el de Bernal, en Quilmes. Según contaron los vecinos a Clarín, hacía unas semanas que el hombre había vuelto junto a sus hijos a vivir con sus padres, tras una separación. Por eso, en la madrugada del domingo todos regresaban juntos de una fiesta en el Peugeot 207 que Blanco había comprado en octubre de 2012.
Eran cerca de las 2.30. La familia llegaba a la casa donde vivía, en la calle Heredia al 5900, corazón de Wilde Oeste, un barrio obrero y clase media en el partido de Avellaneda, a unas 15 cuadras del club Reconquista, donde el sábado mataron a balazos a un gendarme que custodiaba el lugar.
Con sus padres y sus hijos a bordo, el colectivero subió su Peugeot a la vereda como para guardar el auto en el garage (una cochera al aire libre, separada de la calle, como toda la casa, por un enrejado blanco). Cuando bajó, se encontró con al menos dos hombres que llegaban en un Renault Megane. Le apuntaron mientras le pedían su propio auto.
De acuerdo con la información aportada por fuentes de la investigación, Ricardo Blanco, a quien todos conocían como “Javito”, forcejeó con los asaltantes. No se sabe exactamente cómo, pero en un momento los ladrones comenzaron a disparar contra el auto, dentro del cual todavía estaban el padre de la víctima y los dos chiquitos, que dormían en el asiento trasero junto a la abuela.
Dos balas dieron en el cuerpo de Blanco.
Una en la nuca y la otra en el pecho. Los asaltantes dispararon entre seis y siete tiros desde dos armas distintas (una de ellas, una pistola 9 milímetros). Cuando Blanco cayó herido de muerte, huyeron en el Renault sin robar nada. Un familiar de la víctima lo trasladó rápidamente al Hospital Presidente Perón, de Sarandí, pero ya era tarde. Murió allí a las pocas horas. Sus restos serán velados hoy entre las 8 y las 11 en Centenario Uruguayo 1101, Villa Dominico.
Al presenciar la situación, la madre del colectivero sufrió un infarto y fue trasladada al Hospital Municipal Eduardo Wilde, a unas 20 cuadras del ataque, donde quedó internada. “Ella ahora está bien”, comentó a Clarín una sobrina. Fue el único testimonio de un familiar sobre lo sucedido.
El auto, que ayer por la tarde estaba guardado en la cochera de la casa, tenía cuatro orificios de bala: uno en la tapa del baúl, dos en la puerta del conductor y uno que agujereó la ventanilla del acompañante. El Peugeot también estaba chocado en su parte trasera, y se sospecha que fue producto del intento de Blanco o un familiar por escapar de la situación.
“A mí me despertaron los disparos, fueron varios, y el ruido de un auto que se iba rápido.
Acá hay robos todo el tiempo ”, comentó con un tono de resignación el almacenero del barrio, que prefirió no dar su nombre. Otra vecina remarcó la misma situación: “O son motochorros, o vienen en un auto o directamente a pie, pero hace rato que no se vive tranquilo”.
De acuerdo a la investigación, los ladrones habrían abordado otro auto en su huida, que fue secuestrado ayer en la zona sur del conurbano con manchas de sangre en su interior, dijo a Télam una fuente policial. Eso hace suponer a los investigadores que uno de los asaltantes fue herido, por lo que buscaban en hospitales de la zona. Sospechan que su cómplice pudo haberle disparado. Blanco volvía de una fiesta y no estaba armado.